En principio, todo el mundo tiene clara la respuesta a esta pregunta, pero en realidad, la gente tiende a elegir el producto más barato.

Recientemente, he estado yendo a un fisioterapeuta para tratar un problema común de espalda. Después de unos días, le pedí que me aplicara un vendaje neuro-muscular (Kinesiotape) para que siguiera actuando sobre mi lesión durante el fin de semana y acelerar mi recuperación. Sin embargo, me sorprendió cuando me dijo que el vendaje se soltaría si se mojaba. Esto me llevó a la conclusión de que el Kinesiotape que me habían puesto era de mala calidad.

Este problema trae varias consecuencias. En primer lugar, el paciente pierde la confianza en un producto que, sinceramente, ha revolucionado la fisioterapia. En segundo lugar, el fisioterapeuta tiene que trabajar el doble si usa un producto de mala calidad, ya que el vendaje no cumple su función principal de seguir trabajando después del tratamiento en el centro hasta la siguiente consulta.

En cuestiones de salud, especialmente en este caso donde la diferencia de precio entre un producto de mala calidad y uno de calidad es mínima, no deberíamos optar por productos de baja calidad. Al final, esto es una pérdida de dinero tanto para el fisioterapeuta como para el paciente, ya que un vendaje de mala calidad puede causar situaciones incómodas y, una vez que se despega, es difícil saber cómo actuar. Es mejor quitárselo y reemplazarlo con uno de calidad.

En resumen, debemos exigir productos de calidad para nuestra salud, ya que lo barato, en ocasiones, sale caro.

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